viernes, 13 de diciembre de 2013

De vuelta a casa, con los tacones en la mano y tu mirada atravesada en la garganta. Con las ganas de vivir y de morir. Todo a la vez, así, sin más.
Pensando que después de la noche de hoy, el mañana no importa. Sopesando los pros y los contras de mandarlo todo a la mierda. Olvidando lo importante y dándole importancia a lo que no vale la pena.

Con el pelo enredado entre los sueños que me robaste, que destruiste. Con el pintalabios marcado en el cuello de tu camisa, en el cuello de algo que jamás fue mío. Con las uñas rojas rotas de tanto pensarte, de tanto dolerme. Sobretodo, con el alma congelada de tanto extrañarte. Con el zumbido de la música que retumba en mi cabeza y el eco de tu voz alejándose.

Porque sí. Porque las noches se vuelven un caos ahora que no estás. Porque me quedé con ese vacío en la cama y con ese roto en el alma.  Porque me quedé echando de menos a alguien que ya no me extrañaba.



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