De
vuelta a casa, con los tacones en la mano y tu mirada atravesada en
la garganta. Con las ganas de vivir y de morir. Todo a la vez, así,
sin más.
Pensando
que después de la noche de hoy, el mañana no importa. Sopesando los
pros y los contras de mandarlo todo a la mierda. Olvidando lo
importante y dándole importancia a lo que no vale la pena.
Con
el pelo enredado entre los sueños que me robaste, que destruiste.
Con el pintalabios marcado en el cuello de tu camisa, en el cuello de
algo que jamás fue mío. Con las uñas rojas rotas de tanto
pensarte, de tanto dolerme. Sobretodo, con el alma congelada de
tanto extrañarte. Con el zumbido de la música que retumba en mi
cabeza y el eco de tu voz alejándose.
Porque
sí. Porque las noches se vuelven un caos ahora que no estás. Porque
me quedé con ese vacío en la cama y con ese roto en el alma. Porque
me quedé echando de menos a alguien que ya no me extrañaba.
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