Qué
bien sienta un café cuando lo que quiero es olvidar lo que sé.
Porque el café es como tú.
Sí,
parece raro, lo sé.
Pero
en cierto modo es así. Eres cómo ese frío café de los domingos,
en el que lo único que busco es un poco de anhelo.
También
te pareces a ese dulce café con leche de los martes. Ese es el que
consigue alegrarme las mañanas, ese es el recuerdo de tu ayer. Y
para mi mala suerte ese es el café que más escasea en mi vida.
De
la misma manera en la que eres ese amargo café de los viernes. El
que me recuerda que todo tiene una parte mala, que todo en esta vida
tiene su lado amargo.
Pero
sobretodo eres ese café de máquina. Ese que me recuerda que existen
cosas tan desagradables, que no podrían mejorarse ni con todo el
azúcar del mundo. Haría falta un milagro para hacer que ese café
resultase adictivo.
Y
así eres tú.
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