jueves, 12 de diciembre de 2013

Qué bien sienta un café cuando lo que quiero es olvidar lo que sé. Porque el café es como tú.
Sí, parece raro, lo sé.

Pero en cierto modo es así. Eres cómo ese frío café de los domingos, en el que lo único que busco es un poco de anhelo.
También te pareces a ese dulce café con leche de los martes. Ese es el que consigue alegrarme las mañanas, ese es el recuerdo de tu ayer. Y para mi mala suerte ese es el café que más escasea en mi vida.
De la misma manera en la que eres ese amargo café de los viernes. El que me recuerda que todo tiene una parte mala, que todo en esta vida tiene su lado amargo.
Pero sobretodo eres ese café de máquina. Ese que me recuerda que existen cosas tan desagradables, que no podrían mejorarse ni con todo el azúcar del mundo. Haría falta un milagro para hacer que ese café resultase adictivo.

Y así eres tú.




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