domingo, 13 de abril de 2014

Necesito que venga el sol y que me descongele el corazón.
Que venga y que me quite todo este frío de adentro. Que se lo lleve para siempre.

Que ya no soporto todos esos escalofríos que me entran cada vez que lo recuerdo, todo ese hielo que se acumula en mi pecho.
Es difícil vivir en un frío eterno, es difícil y duele, no te imaginas cuánto duele.

Es cómo vivir con una máscara, una máscara eterna. No te la puedes quitar por mucho que lo intentes, y a veces simplemente te duele seguir llevándola. Te duele saber que nadie es capaz de ver lo que realmente sientes por culpa de ésta. Y sobre todo, te duele el simple echo de no poder ser tú misma, de no poder ser la persona que eras antes.

Y ahora, que el invierno se ha acabado, yo ya me he cansado de tener el frío calado en los sentimientos. Me he cansado de tener el corazón de hielo.
Y necesito al sol, le necesito a él y a su calor.
Necesito que me descongele los sentimientos y el pecho a base de besos de fuego.


Y sobretodo, necesito que me quite la máscara. Y así, volver a ser la misma chica de antes, la que tenía fuego en la sangre y no el pasado congelado en el cuerpo.



domingo, 6 de abril de 2014

¿Qué hago ahora que la Luna ya no está en mi ventana? ¿Qué hago con todas las sonrisas que le había preparado? ¿Qué hago con todo lo que me quedé por decirle?

Se ha ido, ya no está. Ya no soy capaz de verla asomada a mi ventana, dándome las buenas y dulces noches. Ya no me abraza cuando llega la madrugada. Ya no está ahí para mi.

Y no sé si volverá, si se acordará. Quizás sólo se ha ido a buscar algo, a encontrarse a sí misma. Puede que ella, también necesite encontrar su lugar y saber que será suyo y de nadie más. Saber con toda seguridad que allí podrá ser feliz al fin.

Pero, ¿y si no vuelve?. Yo no sé si soportaría la soledad de las noches sin ella. Porque la Luna siempre ha estado ahí para mi, siempre me ha respaldado del pasado. Y ahora, ahora no hay nadie que me aparte de todas esas sombras de la noche. De todos los demonios que intentan romperme a base de recuerdos.

Se ha ido la Luna y no se si algún día volverá a mi. Lo único que sé, es que, por muy lejos que esté de mi y por mucho tiempo que pase, no quiero que jamás se olvide de mi. No quiero que se olvide de todas aquellas miradas de madrugada. Todas aquellas miradas bajo su luz, la luz de la Luna.





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