martes, 24 de diciembre de 2013

Que el insomnio y tu recuerdo no me dejan dormir. Y aquí me hallo, una fría noche de invierno. Pensando en las mil maneras de olvidarte y encontrado mil y una para recordarte.
Porque supongo que soy así de idiota. Porque intento conducir mi corazón lo más lejos de ti, pero el verde de tus ojos me distrae y me saca de mi camino. Y me lleva de vuelta a tu recuerdo, a tu ausencia.
Y ya no sé si eso me duele o me calma. Llevo demasiado tiempo con el recuerdo de tu pasado, con el simple recuerdo de lo que fuimos. Tanto tiempo que ya no sé distinguir la realidad de la fantasía. Y es que, ya no sé si me quieres o si me hieres.

Todo es muy confuso. Incluso para mi. Incluso para mi corazón a prueba de golpes.
Y probablemente pensarás "¿A prueba de golpes? Si tú siempre has sido débil". Y no te lo niego, tienes toda la razón. Pero, ¿sabes que pasa?, que cuando un corazón tan débil y tan frágil cómo el mío se lleva mil y un golpes contra el mismo muro, crea una coraza. No es una coraza que cure los golpes, ojalá pudiese crear eso para curarme de ti. Es una coraza que solo me protege contra ti. Crea una imagen en mi cabeza. La imagen de que siempre me vas a decepcionar, a dañar. Y cómo mi frágil corazón ya se lo esperaba, el golpe es menos golpe.
Y así es cómo consigo sobrevivir, con una coraza en el corazón, que lo único que hace es acostumbrarse a ti.

jueves, 19 de diciembre de 2013

Ver que ya nada es cómo antes. Que los besos se quedaron el el olvido. Los sueños fueron destruidos. Y nosotros fuimos olvidados.

Él se fue, dejándome con el pintalabios entres sus sábanas.
Dejándome con el pelo destrozado entre tanto beso.
Dejándome con los sentimientos por los suelos, como su ropa interior.
Dejándome entre la tristeza y la desolación, al borde de la depresión.
Dejándome cómo un efímero recuerdo del pasado, sintiendo que todo fue en vano.
Dejándome entre recuerdos y lamentos.
Dejándome con la sensación de destrucción en el corazón.


Porque él, siempre fue así y yo no lo supe ver. No fui capaz de darme cuenta de que bajo esos ojos verdes, se escondía la ruina de mi vida. 



viernes, 13 de diciembre de 2013

De vuelta a casa, con los tacones en la mano y tu mirada atravesada en la garganta. Con las ganas de vivir y de morir. Todo a la vez, así, sin más.
Pensando que después de la noche de hoy, el mañana no importa. Sopesando los pros y los contras de mandarlo todo a la mierda. Olvidando lo importante y dándole importancia a lo que no vale la pena.

Con el pelo enredado entre los sueños que me robaste, que destruiste. Con el pintalabios marcado en el cuello de tu camisa, en el cuello de algo que jamás fue mío. Con las uñas rojas rotas de tanto pensarte, de tanto dolerme. Sobretodo, con el alma congelada de tanto extrañarte. Con el zumbido de la música que retumba en mi cabeza y el eco de tu voz alejándose.

Porque sí. Porque las noches se vuelven un caos ahora que no estás. Porque me quedé con ese vacío en la cama y con ese roto en el alma.  Porque me quedé echando de menos a alguien que ya no me extrañaba.



jueves, 12 de diciembre de 2013

Qué bien sienta un café cuando lo que quiero es olvidar lo que sé. Porque el café es como tú.
Sí, parece raro, lo sé.

Pero en cierto modo es así. Eres cómo ese frío café de los domingos, en el que lo único que busco es un poco de anhelo.
También te pareces a ese dulce café con leche de los martes. Ese es el que consigue alegrarme las mañanas, ese es el recuerdo de tu ayer. Y para mi mala suerte ese es el café que más escasea en mi vida.
De la misma manera en la que eres ese amargo café de los viernes. El que me recuerda que todo tiene una parte mala, que todo en esta vida tiene su lado amargo.
Pero sobretodo eres ese café de máquina. Ese que me recuerda que existen cosas tan desagradables, que no podrían mejorarse ni con todo el azúcar del mundo. Haría falta un milagro para hacer que ese café resultase adictivo.

Y así eres tú.




miércoles, 11 de diciembre de 2013

Somos diferentes. Esa era tu excusa, eso me hiciste creer. Y en el fondo era verdad. Tú y yo éramos como el agua y el aceite. Demasiado diferentes, demasiado opuestos.
Y por eso chocamos. Explotamos entre besos y caricias. Sin darnos cuenta de lo mal que acabaría eso. Demasiada adrenalina acumulada en tan pocas miradas. Demasiado queroseno entre piel y ropa.  
Fuimos tan breves como esos fuegos artificiales que dan por finalizada la fiesta. Son ardientes por un momento, pero después de eso no queda nada. Ni cenizas, ni restos... absolutamente nada. Tan sólo queda el recuerdo en la mente de aquellos que han tenido el privilegio de verlos. Pero es un recuerdo que con el tiempo se irá borrando, irá desapareciendo.
Nuestro recuerdo aún sigue ahí, todavía está reciente. Aún se puede notar el calor del fuego que desprendía nuestra piel. El calor de los besos aún parpadean entre nosotros. Pero poco a poco, dejarán de existir, quedarán en el olvido.
Porque somos diferentes. Y entre nosotros solo pueden haber recuerdos, porque tu bordería y mi mal genio no se llevan bien. Porque tus besos y mis mordiscos ya no pueden encajar. 
Porque somos polos opuestos, y en nuestro caso, no se atraen.


miércoles, 4 de diciembre de 2013

No te imaginas lo mucho que me gustaría irme a cualquier otra parte. Poder empezar de cero, sin nada de lo que arrepentirse. Sin tener ese maldito recuerdo tuyo pegado a mi pecho. Sin tener miedo de que llegue el día en que tu mirada y la mía se vuelvan a encontrar. 
Porque en el fondo es así, me da miedo. Me da miedo verte y darme cuenta de que aún me importas. No sé si seré capaz de seguir adelante tras otro golpe. No puedo soportar otra sonrisa falsa contra el filo de mi boca. 
Por eso necesito irme a otra parte. Porque te he odiado y te he amado, pero aún no sé que parte es más fuerte. Amor y odio. Dolor y alegría. Ambas van cogidas de la mano. 
Y es que ambos sabemos que lo nuestro fue en vano, no sirvió para nada. Lo único bueno que hubo entre nosotros se quedó entre aquellas sábanas, entre aquellas ventanas. 
Excepto para mi, para mi no se quedó entre aquellas paredes blancas. Se quedó en mi mente, en mi cuerpo, en mi sangre. Se quedó en mi. Y sigue reviviendo los momentos cada día, cada noche.
Y cada noche me digo a mi misma que debo escapar y dejarlo todo atrás, cada noche intento huir de tu recuerdo.




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